Chaquetas mentales a la orden del dia
Toda la vida he sido un musico frustrado; y he llegado a la conclusión que prefiero escuchar la musica que intentar crearla...Este relatito me salio del orto hace algunos ayeres y nunca lo habia publicado, pero como la neta ahorita ando bastante ocupadon haciendo panaderias (Es decir ganandome el pan nuestro de cada dia) pues me dije a mi mismo "Mi mismo, si no tienes nada bueno que postear en tu cabecita loca, revisa el archivo muerto de el CPU a ver que chingados encuentras"
y pues me encontre este...
No es un cuento, ni pretende ser nada mas que una chaquetota con exorcismo psicologico...
3
Un Blues para Cecilia
Esos gruesos dedos parecían acariciar salvajemente su cuello, yo solo miraba y escuchaba los distorsionados sonidos que brotaban del pequeño amplificador colocado a un lado del atril...
-Cual te gusta, m’ijo- fue la pregunta que me saco del trance hipnótico en el que me tenia sumido el cabrón de Josué mientras arrancaba de esa guitarra los obscenos acordes de “Black Dog” con una brutalidad y rapidez que se me antojaban perfectas...
-Esa...- Fue lo primero que se me ocurrió responder.
Sus curvas eran suaves, su cintura, estrecha; el brillo de su piel, logrado a base de varias capas de barniz poliéster hacia que el color rojo cereza de su cuerpo brillara con una intensidad increíble.
Tenia el cuello delgado y fabricado con maple canadiense de un color claro y cálido.
-Esa me gusta- Articule por fin.
Mi madre habia por fin accedido a cumplir uno de mis más grandes caprichos de adolescente y ese día, solo por ser mi cumpleaños decidió regalarme una guitarra eléctrica...
La tome entre mis manos con la delicadeza con la que se abraza a una mujer, sabedor del poder escondía en su interior y la lleve conmigo.
Rápidamente se convirtió en mi compañera durante los aciagos días de crisis familiar ocasionados por la enfermedad de mi madre, me encerraba con ella en mi habitación desde que llegaba de la universidad hasta que los dedos me dolían de tanto pisar sus cuerdas metálicas; casi 4 horas diarias de explorarla ávidamente.
Reconozco que nunca he sido un virtuoso para la música, pero me llena de pasión escuchar los acordes llenos de poder que puede ofrecer un instrumento tan vulgar como una guitarra eléctrica.
En esos días frecuentaba la fraternidad universitaria de los descastados, los inconformes, y ella se volvió una compañera mas.
Nos reuníamos en casa de Fernando alias “El Flais”, “El Negrito”, “El Fercito” quien también era poseedor de un instrumento de destrucción similar al mío pero de color negro como él; y armados con una batería que conseguimos con uno de sus vecinos buena onda que después se arrepintió de su generosidad porque no lo dejábamos dormir, armábamos un escándalo de los mil pingos, destrozando sin misericordia las composiciones de Carlos Santana, Led Zeppelín, Eagles, el Tri, Los Ramones, Scorpions, Guns & Roses y un sinfín de profetas del sentimiento adolescente...
Nunca faltaba el alcohol “El Chupirin” como cariñosamente le llamaba el Fer, las chelitas y a veces un toquecin; claro, y acompañando a toda banda de Rock&Roll nunca podía faltar la compañía femenina de improvisadas “Groupies” que abandonaban el lugar al ver que le hacíamos mas caso al trago y a la música.
Ella y yo nos divertíamos mucho y nos acompañábamos en el dolor que me invadía al llegar a mi casa...
Un Día al regresar de la facultad descubrí que mi madre se habia ido...
Lo unico que pude hacer fue encerrarme con ella, mi compañera y desfogar toda mi rabia, confusión, frustración y dolor que produce una muerte anunciada y sin lagrimas...
Nuestra relación se hizo mas profunda, y se convirtió en un buen pretexto para encerrarme en mi habitación a veces solo y otras veces con alguna amiga interesada en ver que tan bueno era yo tocando, pues ella no era nada celosa...
A pesar de ser pésimo pseudomúsico, ella fue para mi un conglomerado de emociones y sueños, un objeto de poder y de culto... un emblema de mi libertad, rebeldía y resentimiento, además de ser el unico regalo de mi madre que aun conservo.
Ahora aunque vivimos en la misma casa casi no nos vemos, y si antes era mal guitarrista ahora soy peor, pues el ingresar a el sector productivo de la sociedad me ha separado de ella.
A veces la miro, y veo como su brillante barniz de poliéster se ha opacado, sus tornillos oxidado y todos sus controles de acrílico blanco se han vuelto color marfil; y no puedo evitar compararla con la imagen que me escupe el espejo todas las mañanas...ella ha de pensar lo mismo de mi...
Pero aun así a veces a hurtadillas la toco como se toca algo prohibido, como a esa amante incondicional que después de muchos años encuentras cada vez mas atractiva y que te permite otra vez sentirte lleno de energía, poder y te deja en la punta de los dedos el suave aroma de la libertad...
Mi madre sabía perfectamente lo que hacía cuando me la regaló...